martes, 28 de julio de 2015

MISTWALKER, el legado de Squaresoft

Esto no es una crítica a un solo juego, sino que a varios y en concreto a una de mis empresas diseñadoras de videojuegos favoritas de esta generación (el código lo escribe Feelplus y Artoon, siendo también una labor formidable). La redención del rol japonés en persona. Objeto, para comenzar, que se trata de una opinión y un punto de vista, pero espero que la mayoría lo compartáis conmigo.

Hace ya bastante tiempo, compré una consola XBOX360 a fin de poder jugar toda esa gama de títulos que Microsoft me ofrecía como exclusivos y el brillante sistema online que ya había probado. Y, aunque tenía Gears of War y Halo 3, quería ampliar mi catálogo y fui al GAME más cercano. Entonces vi Blue Dragon. La carátula en sí ya me dio nostalgia de la buena, pero entonces vi la contraportada y leí los nombres Nobuo Uematsu, Hironubu Sakaguchi y Akira Toriyama (creador de Dragon Ball). No dudé.

No hacía mucho que había completado un Final Fantasy propiamente dicho, y sabía que a partir de X-2 todo se había terminado. Los masivos online pasaron sin pena ni gloria (nota del autor en 2015: FFXIV ha tomado mucha carrerilla como MMO...), y XII y XIII, aun vendiendo como rosquillas, pecaban de falta de sustancia. Hironubu ya no estaba, y Uematsu ya no era el compositor. Todo había cambiado. Una saga tan bella como ésta no merece un final así, y valga la redundancia teniendo en cuenta las circunstancias en las cuales comenzó.

Final Fantasy se había esfumado, pero entonces se creó Mistwalker: y Nintendo y Microsoft la recibieron con los brazos abiertos. Comenzó con títulos en DS que ya sentaban las bases de estilo. Luego, llegamos al juego que primero probé: Blue Dragon. Maravilloso, sin palabras me dejó. Recogía todo lo que un nostálgico como yo echaba en falta y lo aplicaba a una epopeya conmovedora, sin necesidad de gráficos estratosféricos. El guión, los carismáticos personajes, la música... el juego hablaba por sí solo. Pero, como en todo juego de rol por turnos, se requiere paciencia. Es por la falta de paciencia que los shooters están arrasando con todo. Bueno, para los curiosos, iré poniendo algún que otro vídeo. Ahí un trailer de Blue Dragon. Repito: no os dejéis llevar por los gráficos. No dejan de ser buenos, pero son lo menos importante.



Siempre admiraré a Nobuo Uematsu por su obra. ¡Bueno! Y cuando creía que Blue Dragon era la insuperable redención del JRPG, me percaté de la existencia de Lost Odyssey. Lo compré, lo jugué y lo completé... sin palabras. Lost Odyssey, además de tener un cuidado gráfico exquisito (o no tan exquisito según con qué ojos se miren) tiene un argumento de otro mundo y nunca mejor dicho, un guión exquisito, una banda sonora aún mejor que la de Blue Dragon, un sistema de batalla épico y cinematográfico, un extensísimo mundo por explorar (que acapara nada menos que 4 DVD's) y, lo que a mí más me llamó la atención, el hecho que el protagonista reviva sus recuerdos en forma de "cuento interactivo".

Hironubu contactó con su escritor favorito (cuyo nombre no recuerdo) y éste se ocupó de las memorias. Cada una es acompañada por preciosa música y efectos visuales buscando y hallando la lágrima. Me tiraría horas hablando de Lost Odyssey, pero lo concluiré pronto para no ser pesado. Cuando lo terminé, fui a casa de un amigo: tenía Final Fantasy XIII y dijimos que por qué no jugar un poco. No quiero ofender a nadie, pero, fuera de aspectos gráficos, XIII es una aberración del cosmos compararado con Lost Odyssey o Blue Dragon (nota del autor en 2015: a día de hoy poseo XII-2 en mi estantería. La causa no es relevante, el juego... está en venta). Y pensé en la desdicha de no tener Final Fantasy por título. Aquí va un vídeo del susodicho Lost Odyssey, que es la introducción al videojuego:



No tengo palabras para describir la genialidad que oculta este título, tan infravalorado  a nivel mediático como el anterior título de Mistwalker.

¡Aquí no termina todo! No hace mucho, esta empresa dio a luz un nuevo juego para Wii, cuyo nombre todos deberíamos haber oído. The Last Story. Yo veo una alusión al título Final Fantasy con un juego de palabras, pero es discutible. No lo he completado, pero lo que va de juego es fantástico. Aprovecha, sin duda alguna, el potencial que Wii posee y ofrece un digno argumento además de una jugabilidad estupenda. Supieron adaptar la acción occidental a la manera de contar historias oriental. Y eso se merece, como mínimo, un fuerte aplauso. Uematsu pasa desapercibido esta vez, aunque cumpliendo y con temas dignos de oír.

Mistwalker está haciendo lo que los fans piden a Square Enix. Volver, espiritualmente, a ese modo de contar las historias que sólo Squaresoft era capaz de ofrecer. Para terminar, también debo hacer mención a Xenoblade Chronicles, los juegos "Tales of", los Dragon Quest, y un largo etcétera que también continúan el legado que títulos como Xenogears o Final Fantasy VI nos dejaron (sí, mis dos favoritos de aquél entonces).

Me he enrollado como una persiana. En fin, espero que disfrutéis estos títulos como yo si llegáis a jugarlos.

Artículo escrito el 9 de abril del 2012

martes, 14 de julio de 2015

El mejor juego de espionaje


Hace un tiempo que lo jugué, pero hoy me he puesto a repasar, aburrido, una parte de mis memorias videojugabilísticas. Existe un recoveco entre éstas dedicado a Rogue Warrior: nunca lo olvidaré. Rogue Warrior es a los videojuegos lo que el sexo con desconocidos a la salud: puede provocar el sida. Sin pasarnos de la raya, y sin más dilatación, comienzo mi crítica. Cuando hablamos de Rogue Warrior hablamos de uno de los soldados más reconocidos de América, aunque personalmente preferiría un pedo en la cara antes que un homenaje así. Como deducimos, estamos hablando de un shooter, es decir, un videojuego de disparos. Aunque yo pasé más rato lanzando el controlador contra la televisión que jugando; porque esa es otra, la campaña es más corta que la de cualquier Call of Duty de turno que sale hoy en día.

Por ello, tened los ojos bien abiertos, porque si parpadeáis se os va. Yo, aviso. En referencia a un apartado más técnico y gráfico, cabe destacar que el juego está en tres dimensiones. Y... tiene... texturas. De diferentes colores, entiéndase. No son unos malos gráficos, pero están muy por debajo del nivel de la actual generación y bastante mal aprovechados, ahora ya poniéndonos un poco en serio. Aunque si lo intentas jugar en un PC de carencia, hazte unas gafas 3D con cola y cartón porque así se disimulará un poco y evitarás sangramiento ocular agudo.

Pero la música mola, dentro de lo que cabe. Y el personaje está bien recreado. Pero si nos intentamos meter en el modo multijugador, vamos a sentir el mayor Forever Alone en mucho tiempo, por razones obvias.


Yéndonos al apartado jugable, hay que dejar algo claro: la IA es mala. Se han dado casos en que (teniendo en cuenta a Rogue Warrior como espía) avanzaba por el mapa y me hacía el pillín, así en plan:

-¡Eh, que te clavo mi cuchillito por aquí!
-¿Dónde estás, mi polizón favorito?
-¡Uy, que te clavo mi cuchillito por allá!
-Ay, ¡qué granujilla!

La inteligencia artificial es bastante tonta. Y las cinemáticas de asesinato, un poquitín caca. Pero debo destacar la fluidez con que se cambia de la primera a la tercera persona, eso está guay. En plan Deus Ex: Human Revolution, aunque a varios milenios luz de distancia de éste.

Pese a todo, Rogue Warrior es un excelente posavasos. Por cierto, una vez concluida mi crítica, no os lo toméis a mal si me he pasado un poco, intento tomarme con humor semejante adefesio aberrante. Sin querer faltar al respeto, he cagado cosas mejores que este juego.

lunes, 13 de julio de 2015

SKYRIM durante la transición


Los de Bethesda Softworks saben cómo hacer bien las cosas. O sabían, porque menuda decepción nos ha supuesto a tantos fanáticos de la poderosa saga The Elder Scrolls que, el tan esperado "Oblivion pero online" tuviera unas suscripciones tan poco accesibles. Estoy hablando de un error similar al que cometió Bioware con su billonario Star Wars: The Old Republic, pero ese es un arenal en el que no me meteré hoy.

Cuánto tiempo sin escribir por aquí. Es un placer, desde luego. Cuando uno saca un poco de tiempo, recuerda que vale la pena entrar una y otra vez en el mundo de los videojuegos. La quinta entrega numerada de The Elder Scrolls, ambientada en la región nórdica y helada de Skyrim, así lo demuestra. ¡Madre mía! Hace ya tres años que salió al mercado esta obra maestra del rol occidental. Recuerdo la expectación que generó en su momento. Estábamos todos entusiasmados. Cinco años habíamos esperado para ver la tan ansiada secuela de Oblivion, y vaya si valió la pena esperar.



La propuesta, sin duda, fue muy buena. Clásica, pero efectiva. Épica, pero sin abusar. Ese aroma a rol de fantasía entre dragones y mazmorras llevado al siglo XXI con una eficacia difícilmente superable. Explorar un mundo nuevo donde no hay tiempo de aburrirse y fascinarse con una historia de hechizos y leyendas. Bethesda Softworks puso las cosas en orden y asentó, definitivamente, las pautas que había seguir para crear un juego de rol de fantasía accesible a casi todo tipo de jugadores. Skyrim es la Constitución del rol de acción occidental. ¿Por qué? Muy fácil.

No es un juego excesivamente complejo. Hay que conocerlo, es cierto, y estudiar el funcionamiento de su sistema como juego de rol que es (magia, combinaciones, clases, encantamientos, y un largo etcétera del que no me acuerdo), pero se hace introducir a sí mismo como un juego interesante en el que dan ganas de seguir. Esto, amigos míos, es crucial. He jugado recientemente juegos de rol que podrían ser geniales pero que, al comenzar, dan ganas de dejarlo por lo aburrido y complicado que se ofrece de buenas a primeras.

El estilo gráfico es marca de la casa. Paisajes fantásticos y un estilo visual lo suficientemente cuidado como para hacerlo atractivo, además de un diseño de mapa cuidadosamente elaborado. Dan ganas de adentrarse en los bosques de Skyrim o entrometerse en los asuntos de algún clan de forajidos que se esconde en un fuerte a las afueras de la capital. Dan ganas de descubrir qué habrá dentro de esta casa o aquella, y qué se estará tramando ese hombre sentado en la mesa junto a la ventana. Es un juego vistoso, y esto es muy importante también.

La jugabilidad es completamente accesible, con un sistema de combate que podría dominar mi hermanito de 12 años. Aunque él juega bastante mejor que yo a juegos de rol (menuda influencia que soy). Además, se dispone la posibilidad de cambiar entre cámara en primera y tercera persona. Mucho de lo ya mencionado lo encontramos en Fallout 3, otra obra maestra de Bethesda en el rol/acción de mundo abierto.



No hay forma posible de engañar: Skyrim es un lugar precioso. Poco me falta por mencionar, más que un sistema de menú y habilidades perfectamente diseñado para que sea entendible y rápido. Como suele decir mi padre, que es analista programador: "Por mucho que sepas programar, no crees un monstruo". Hay juegos que a programática y conceptualmente tienen un nivel estratosférico, pero son monstruos que poca gente es capaz de entender. Skyrim consigue atravesar ese bache con un éxito rotundo.

Por último, no puedo acabar esta crítica sin mencionar la maravillosa banda sonora que este videojuego dispone, compuesta por nada menos que Jesper Kyd, compositor también de la banda sonora de TES: Oblivion, Guild Wars 2, Assassins Creed II, Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, y muchas más. Un genio. Este hombre era el último ingrediente que necesitaba Skyrim para crear ese ambiente único, esa carisma especial.



Este juego lo jugué en su momento varias veces y ninguna cuajó por diversos motivos (ninguno es que no me gustara). Pero esta vez lo he comprado definitivamente por una cifra de risa en Steam y le estoy dando caña como nunca. Desde luego, puedo decir que Skyrim vivirá bien los años venideros. Entrará la generación y aún miraremos a Skyrim como algo cercano, y sobretodo, como una referencia. Desde noviembre del 2011, cuando buscamos un juego de rol, fácilmente acabamos diciendo cosas como: "Yo quiero algo tipo Skyrim" o "Este juego me gusta porque se parece a Skyrim". A muchos no les gustó tanto como Oblivion, pero hay que reconocer que lo que ha conseguido esta entrega de Bethesda Softworks lo han conseguido muy pocas en la historia de los videojuegos.